El 28 de junio es un día que trae un triste recuerdo para la democracia argentina.
Ese día del año 1966 un golpe de Estado que avergonzó años después a sus impulsores derrocó a un digno Presidente, Arturo Umberto Illia.
Durante el gobierno de Illia las libertades y derechos constitucionales tuvieron plena vigencia.
El Producto Bruto Interno había crecido más de 25 por ciento, con una deuda externa que se había reducido en 1.800 millones de dólares del total de 7.500 millones al comienzo de ese gobierno.
La inflación era de 5,4 por ciento desde enero de ese año. La libertad de expresión estaba totalmente garantizada.
Illia era radical, y sus enemigos hicieron todo lo posible para desprestigiarlo. No le perdonaban haber cumplido una promesa electoral: dejar sin efecto unos contratos comerciales con laboratorios norteamericanos que eran perjudiciales para el país.
Así llegó la autodenominada Revolución Argentina. Los partidos políticos fueron disueltos, sus bienes confiscados. Juan Carlos Onganía, un general comandante en jefe de Ejército que traicionó su juramento de respeto a la Constitución, fue el primer presidente. Le sucedieron Roberto Marcelo Levingston y Alejandro Agustín Lanusse. Este último convocó a elecciones, que fueron ganadas por la fórmula Héctor Cámpora - Vicente Solano Lima, del Frejuli, que aglutinaba a peronistas y afines. Pero ésa es otra historia...
El país, tras la caída del austero gobernante de la Unión Cívica Radical, entró en un cono autoritario de sombras. La historia ha hecho justicia y hoy se reconocen los éxitos de la gestión de Arturo Illia y se recuerda a este como el estadista que fue y como un arquetipo de gobernante ejemplar.
Unión Cívica Radical de Salto
Comité Distrito Salto “Dr. Arturo U. Illia"